He viajado en sueños a Sudán. Qué hermosa tierra de contrastes atravesada por el río Nilo. Áridos y ocres desiertos craquelados y verdísimos bosques tropicales. Cientos de etnias, de idiomas, de creencias y tradiciones ancestrales, como el culto a la lluvia (todavía existe el oficio de “provocador de lluvia”). 

Es abril, las tribus celebran la primavera con música de tambores. Hombres y mujeres bailan mientras otros saborean dulces deliciosos de leche y caramelo.

Despierto del sueño feliz. 

La dura realidad de Sudán salpicada de gobiernos inestables, tremendas guerras civiles, continuos golpes de estado, conflictos étnicos y pobreza me sacude el alma.

Tesoros saqueados.